miércoles, 15 de enero de 2014

LO NORMAL ES DESTRIPARLO

Tras dejar un reguero de pruebas en la visita a Rodalquilar, y no haber encontrado ni un gramo de oro, las cosas volvieron a la normalidad. Lo normal es ese estado en que las cosas y las personas se encuentran en reposo y no parecen conscientes de lo que pulula a su alrededor. A decir de algunos, las personas normales son silenciosas, maleables, simples, comprensivas, son..., la mayoría silenciosa. Naturalmente no existe tal mayoría. Las personas normales no existen, todas guardan secretos más o menos inconfesables que las alejan, indefectiblemente, de ese estado, aparentemente, plácido.
No vamos a entrar en detalles escabrosos de como el presidente llegó a las manos de Sura, sería añadir excesiva sangre a la morcilla. Lo cierto es que le encontraron, al presidente, sobre una cama vieja de hospital, a la mañana siguiente. Una sábana le cubría entero, y seguramente nadie hubiera reparado en él si no hubiera sido por el charco de sangre del suelo y la mancha en la tela. Al parecer, una mujer de la limpieza, con un contrato basura, fue la responsable del hallazgo. 
Al descubrir el cadáver, lo que encontraron fue el cuerpo de un hombre entre los cincuenta y sesenta años, tendido sobre la espalda (decúbito supino), con la boca y los ojos abiertos. Al girarlo de lado, comprobaron que de las vertebras lumbares salía un catéter con restos de anestesia peridural, también conocida como epidural, un método muy utilizado en los partos. No había heridas visibles, salvo que entre las piernas del fallecido encontraron todo el intestino grueso y unos cinco metros del intestino delgado que había sido extraído, a través del recto, sin muchas contemplaciones. Eso fue lo que causo la muerte, sentenciaron los médicos. Además, junto a los restos de las tripas, encontraron un guante de los que usan los veterinarios para auscultar a las vacas. Parece que el asesino se lo puso para acceder al interior y extraer los órganos. Los médicos también dijeron que el "paciente" sufrió de lo lindo, pues ese tipo de anestesia inmoviliza de cintura para abajo, pero no interfiere en la sensibilidad de los nervios intestinales, por lo que al traccionar de ellos con fuerza y determinación a través del ano, debió sufrir un dolor irresistible. 
Los doctores también observaron que todo lo demás era normal.